A quien los vende, a nadie más.
Nada más antinatural, nada más vicioso y perverso, nada más antropocéntrico y egoísta que la producción (de cualquier tipo) y el consumo de leche y lácteos derivados.
Participar del intenso dolor de la madre vaca al ver como le roban al ternero, el desconcierto del ternero que, apenas ve la luz y ya esta sentenciado para el disfrute de una especie que considera “natural”; violar para inseminar, gestar y hacer nacer para matar y esclavizar para obtener un producto el cual, no sólo no es necesario en la alimentación humana, sino que además su consumo está detrás de innumerables problemas graves de salud y además es inútil y dañino para todas, para los animales, para la salud y para el planeta.